Sí, el viento puede volvernos locos. Los psiquiatras llaman “meteorosensibles” a las personas propensas a padecer cambios de estado de ánimo acusados causados por las variaciones meteorológicas (es posible que más de la mitad de la población lo sean).
Pero es cierto que el viento está detrás del agravamiento (más que el desencadenamiento) de patologías mentales. La razón es que las variaciones en la polaridad e intensidad de la carga iónica de la atmósfera alteran la actividad neurotransmisora central.
El más famoso de estos trastornos se conoce como “efecto Fohen”, que describe las consecuencias de los vientos del desierto.
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