Tolkien sacó las lenguas de El Señor de los Anillos del mismo sitio que sus propias historias: de las mitologías nórdicas y germanas. J. R. Tolkien creía que las lenguas y sus leyendas se necesitaban mutuamente para asentarse –por eso no defendió la supervivencia del esperanto–.
Desde joven se interesó por el finés, el gaélico y el gótico.
El sindarin y el quenya (las lenguas élficas del libro) fueron creadas, según el autor, con criterios “fonoestéticos”, mezclando finés, griego y latín.
El sindarin y el quenya (las lenguas élficas del libro) fueron creadas, según el autor, con criterios “fonoestéticos”, mezclando finés, griego y latín.
Tweetear |
0 comentarios
Publica tu comentario: